Algunas veces suelo referirme a mi mismo como un pobre tipo desdichado que no tiene nada, que aparenta mas de lo necesario. Si quisiera asesinar a alguien ya lo habria hecho. No se porque por alguna extraña razon inconcedible me siento traicionado. Le he dado mi amistad por 5 años, y ahora viene a decirme que la unica que la conoce realmente es el? Tal vez mi error no estuvo en haberlos presentado, sino en el de haber actuado como un intermediario. Ojala las personas superaran sus problemas amorosos tan rapido como caen los rayos, asi ella no estaria tan encerrada en su propia soledad. Me duele verla en ese estado. El hecho de saber que ya no es la misma persona que yo conocia, me duele. El hecho de que el la haya hecho volver mas seria, mas enfermiza, mas fuerte y mas voluble, me duele. El hecho de que ella haya muerto eso no me duele. Tarde o temprano tenia que venir. Es curioso que piense que ahora que ya no es la persona que estaba acostumbrado a ver aunque ahora me parezca que esta muerta.

Nadie sabe si la dicha ha escapado a nuestros ojos o si siempre ha sido mi vida, algo mas que una mera casualidad inoportuna, de todas formas cabe considerar el riesgo que sugiere el enamorarse de una persona, que pareciera que no te quiere.

La piel del demonio

Solamente cuando en mi deseo se
ahogan las llamas de tu piel
es cuando mas de repente te observo.

Solamente cuando una caricia
apaga mi soledad
es cuando mas de repente
te quiero.

 cuando un dia me abrigue
la piel de tus demonios
sere hombre muerto
mas no cautivo
de una intima y ultima
charla con el fuego.

No me extrañes.

No me extrañes en tu silencio mas sepucral
no divulgues en mañanas cortas, sonrisas tan abrumadoras
no dispares en mi pecho palabras como aullidos
no me tientes a olvidarte
desechame si quieres con violencia
pero no me extrañes, no me ames,
no me dejes con el silencio de la mañana
que aun huele a tormenta.

En cosas del amor caer es inevitable, levantarse es obligatorio.

El alce moribundo y frio, se recuesta en su pundonor y la agonia palideciendo, le abraza timidamente haste cobijarlo en el anochecer.

Me he llenado de un patetismo tan superfluo, tan regocijante que hasta las propias sombras de mi sacrificio, se matan al pensar si alguna vez el amor que le tuve a ella fue mas real que este cuento de ficcion que tengo por vida, afortunadamente no existe el inmadurar, pues la niñez se pierde cuando se han agotado las costumbres propias, las fuentes inagotables de un amargo abrazo o de un simple beso que pudieron haber cambiado todo.